Veo por primera vez "They were expendable" (1945) de John Ford y Robert Montgomery, una de las últimas muestras del cine de propaganda norteamericano durante la II Guerra Mundial, en Turner Classic Movies. Tenía ganas de verla y no me ha decepcionado.
La historia que cuenta es la historia de una derrota, la de las tropas norteamericanas en las Filipinas a manos del ejército japonés, y, al mismo tiempo, la historia de una esperanza, le de algún día regresar victoriosos.
Alrededor de dos horas y veinte dura este relato que uno sigue con absoluto interés hasta su maravilloso final en dondese nota la mano genial del maestro John Ford.
El avión donde viajan el teniente Brickley (Robert Montgomery) y el teniente Ryan (John Wayne) es el último vehículo para escapar de las tropas japonesas. Sólo hay lugar para 30 pasajeros y muchos quedan fuera. Los que se quedan contemplan con esperanza el vuelo del avión desde su derrota y apresamiento seguro. Esperanza que el maestro Ford refleja en un primer plano del rostro de Boats (Ward Bond) escuchando el sonido de los motores y buscando infructuosamente en el oscuro cielo nocturno la silueta del aparato. No la ve, pero no le importa. Sonríe. Está seguro de que sus compañeros han logrado escapar y también de que harán todo lo posible para volver y rescatarle.
Este es uno de los poderes de John Ford: la fotogenia. La capacidad genial de hacer de algunas imágenes poemas intensos y profundos, como la imagen de un Ward Bond esperanzado y sonriente en medio de una derrota, aunque abocado a un destino incierto. Tomada ya para siempre en ligero y sutil contrapicado que hace de su personaje el auténtico héroe de la película.
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