Tanto hablar... tanto hablar del Doberman y de la recalcitrante derecha que intenta engañarnos con las falsas apariencias de modernidad y diálogo y va a resultar que el golpe de estado lo acabó dando la izquierda. Y es que el tiempo acaba colocando a todos en su sitio: a la derecha, donde siempre ha estado y a la izquierda a mil kilómetros de su alma histórica, perdida en el laberinto de su propia confusión y haciendo cola -como todos- en una caja registradora del Alcampo.
Pero no se inquieten. Seguro que ha sido por una buena causa y por el bien de todos. De haber habido algo, seguro que la culpa fue de los otros.
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