Syd Barret ha muerto.
Mientras escribo escucho el mejor disco de Pink Floyd, "The Piper at the gates down". El único de toda la discografía del músico en el que Barrett pudo desplegar todo su talento, antes de que sus angeles y sus demonios se le llevaran a dar una larga vuelta junto con su fracaso.
Syd Barret ha muerto, pero en mis oidos -y lo que es mejor, en mi mente- el diamante loco sigue brillando.
¡Shine on, you crazy diamond!
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