miércoles, julio 12, 2006

Tengo que confesarlo.
Mi parte oscura, la auto-destructiva, comprende el cabezazo de Zidane a Materazzi.

Sabes que te van a expulsar, que vas a perjudicar a tu equipo y a ti mismo, que no debes ceder a las provocaciones pero ese italiano ha cruzado la línea que en cada momento separa el bien del mal.
En ese momento lo demás no importa.
Controlo mi destino. Igual que lo construyo puedo destruirlo. También soy el puto dueño de mi fracaso, de mi furia y mi dolor.

Ni mi madre ni mi hermana son unas putas ni tampoco yo soy un sucio terrorista.
Una copa del mundo no merece mi indiferencia ante el insulto, la fria indiferencia de los formales ante la diaria y cotidiana abominación.

Soy Zinedine Zidane y mi libro ya está escrito.
Había pensado en otro final, pero...

¿Un cabezazo en el pecho?
¿Por qué no?

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