¡CAMPEONES DEL MUNDO!
Un partido soñado.
La furia española como forma, como vehículo utilizado para expresar una inmensa calidad. En absoluto como la inútil furia española del fútbol.
El toro que torea y mata al torero.
Desde el primer momento salieron con el cuchillo entre los dientes.
Grecia es un equipo que en todo momento intenta controlar el partido y lo hace con una defensa aplicada y rocosa, con ataques largos y pacientes. Evita la velocidad y el contrataque... España le planteó el partido infernal.
Defensas alternativas, potentes e inteligentes, ataques rápidos, presión en todo momento.
Cada canasta era una pesadilla imposible para los griegos.
La defensa les dejaba tan tocados que encontraban muy pocas posiciones buenas de lanzamiento y, de encontrarlas, fallaban muchos de ellos por la propia incomodidad generada por España en su juego.
Y por encima de ello carácter, fuerza y voluntad del equipo español.
El resultado entra en la historia de los resultados de las finales.
Los griegos se quedaron en 47 puntos.
Ya al final del segundo tiempo sabían que no podían ganar. Se podía leer en sus caras,en la comunicación no verbal de sus cuerpos.
La suerte estaba echada para ellos.
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