"Conocen los niños el cuento del rey Creso a propósito de esto; el cual, habiendo sido hecho prisionero por Ciro y condenado a muerte, a punto de ser ejecutado, exclamó: ¡Ay Solón! ¡Solón! Llegado esto a oidos de Ciro quién preguntó lo que quería decir contestóle que comprobaba entonces en sus propias carnes la advertencia que antaño le hiciera Solón acerca de que los hombres, por mucho que les sonría la fortuna, no pueden decirse felices hasta que haya transcurrido el último día de su existencia, a causa d ela inseguridad y volubilidad de las cosas humanas que con ligero movimiento pasan de un estado a otro muy distinto (...) Y parece que el destino esté a veces acechando hasta el mismísimo último día de nuestra vida, para hacer gala de su poder destruyendo en un momento lo que se ha construído en luengos años; y fuérzanos a gritar con Laberio: He vivido un día de más"
(Michel de Montaigne. Ensayos.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario