jueves, mayo 10, 2007


EL LIBRO DE LAS ILUSIONES

Termino de leer "El libro de las ilusiones" y me sucede lo que casi siempre me pasa con las novelas de Paul Auster... Enseguida las olvido.

Sus textos no me dejan huella. No permanecen en mi memoria.

En absoluto, Paul Auster me parece un escritor deleznable. Suelo disfrutar sus obras como disfrutaría el buen funcionamiento de un mecanismo de relojería perfectamente diseñado.

Su talento para narrar es innegable.

Me habla, le escucho y en tanto lo hace me entretiene con su talento para construir y narrar una buena historia... pero nada más. Enseguida, sus imágenes se desvanecen. Carecen -a mi entender- de fuerza interior, de la sugerente y lacerante profundidad que tienen los autores realmente potentes, realmente clásicos.

Muy pronto olvidaré a Hector Mann... Ya ni recuerdo el nombre del auténtico protagonista de la búsqueda del desaparecido Hector.

Todo en Paul Auster es leve, ni siquiera los grandes temas merecen un aumento de la intensidad narrativa, de la emoción intrínseca al hecho de vivir. La emoción no es cabalgada sino mostrada con la frialdad de un entomólogo, clavada con precisión ante mis ojos con el alfiler del talento de Auster.

Quizá por eso olvido pronto... aunque la tragedia del protagonista, la tremenda pérdida que sufre, debiera haberme conmovido más.

Pero la música de su azar no se queda demasiado tiempo en mis oidos... aunque la disfrute mientras la escucho.

Es curioso.

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