La grandeza del futbol está en días como hoy en los que lo imposible se ha producido.
El pequeño Getafe necesitaba golear al gran Barcelona para echarle de la Copa y acceder a la final.... y lo ha conseguido... y además lo ha hecho con una facilidad asombrosa, dominando el partido de principio a fín y arrollando al todopoderoso Barcelona en una asombrosa noche mágica que -seguramente- ninguno de los que asistieron al partido podrán olvidar.
Sólo en el fútbol, de cuando en cuando, se producen pequeños milagros que emocionan a las personas proporcionándoles una increíble victoria contra el destino y la adversidad.
Casi nunca suceden, pero la posibilidad siempre está ahí, latiendo indeleble en lo más profundo de unos espíritus forjados en la cotidiana desesperación de cada día.
Cuando todo parece estar en contra, el fútbol nos enseña que siempre existe una pequeña posibilidad de vencer. Sólo hay que intentarlo. Empezar metiendo un dedo por la pequeña grieta hasta ensancharla lo suficiente como para que quepa la mano y así hasta poder pasar al otro lado, el luminoso de la victoria.
El fútbol tiene éso... El poder evocador de lo imposible al alcance de la mano. La pagana trascendencia de la humana superación.
Ningún getafense aficionado al fútbol olvidará este partido. Ningún getafense permitirá que el olvido devore los nombres de los jugadores que compusieron esta alineación.
La trascendencia es sólo ésto.
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