martes, mayo 22, 2007


ORGULLO Y PREJUICIO

Confieso que nunca había leído ninguna obra de Jane Austen.

Confieso también que la lectura de "Orgullo y prejuicio" ha sido todo un descubrimiento.

Los temas que resultan de interés para Austen son asuntos pequeños, de la vida cotidiana y sus protagonistas son individuos -principalmente mujeres- de clase media y alta sometidos a los placeres y rigores de una vida burguesa y ordenada.

Su talento para narrar estas historias está fuera de toda duda. No voy a descubrir aquí el talento de Jane Austen... aunque si me permito confesar este tardío descubrimiento.

Pero, y abundando en sus historias, lo que más me ha interesado es su carácter fronterizo. El concepto de amor romántico se cruza con el concepto tradicional y precedente basado en la necesidad y la conveniencia. Algo parecido a "el matrimonio es algo demasiado importante como para dejarlo en manos del amor".

Sus protagonistas buscan el amor además de un buen matrimonio y como Elizabeth Bennet, la protagonista, terminan encontrándolo.... en el corazón de D'Arcy, un hombre acaudalado y de buena familia.
En este sentido, la visita a Pemberley, la mansión de la familia de D'Arcy, es el elemento decisivo para el cambio de su sentir de la Bennet hacia el mencionado caballero.
De pronto, ella se ve siendo la señora de aquella casa tan bien situada y construida.
De pronto, ella se ve queriéndole.

Y nuestra protagonista consigue lo mejor de ambos mundos.
Su matrimonio ideal con el hombre ideal está basado en el amor romántico, pero este amor descansa en la estabilidad material.
Sólo encuentra un lugar para crecer allí.

Únicamente la alocada Lydia se casa por amor y lo hace, ciega, con Wickham, el peor de todos los hombres de la novela.

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