Conectando con la entrada referente a "La última carga", tengo que decir que yo soy de los que prefieren que se publique la leyenda.
Las ficciones son los principales agentes transformadores de esa falacia que llamamos realidad y que siempre pertenece a alguien.

Abstrayendo la fisicidad de las cosas (esto es una silla y eso es una puerta), la realidad siempre se agota en sí misma.
No es más que otro punto de vista.

Nuestro reto no es reconocer la realidad (porque siempre tendemos a confundir realidad con deseo) sino hacer reales las ficciones.
Asumir ese antropológico defecto y convertirlo en una no menos antropológica virtud.

Tener un plan y ponerlo en práctica.

No tenemos mucho tiempo.
Nuestros deseos son más longevos, nos sobreviven cuando cristalizan en esa realidad que tanto valoramos.

Enseguida, terminamos muriendo.

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