El mundo descrito en Blade Runner es un mundo de máxima incertidumbre.
La tecnología y la genética han alcanzado tales niveles de prefección en sus productos que se hace muy difícil distinguir la vida real de la vida artificial. Así, no existe una clara certeza de que el otro sea el humano que a simple vista parece ser, pero las cosas resultan mucho más complicadas desde el momento en que ya no se trata del otro. También puede tratarse de uno mismo.
En "Blade Runner", la incertidumbre vivie en los otros, pero también anida en el propio yo. No solo nos preguntamos ¿quién es? o ¿quienes son? sino también, y ésto es lo más desasosegador, ¿quién soy?
La obsesión por la realidad y la peligrosa dialéctica que éste concepto tan complicado tiene con la propia percepción es asunto esencial en la obra de Phillip K. Dick, autor del libro "¿Sueñan los androides con las ovejas eléctricas?" en que se basa la película. En la obra de Phillip K. Dick abundan los personajes que, súbitamente, descubren que las cosas no son lo que parecen ser.
Siempre hay un proceso de descubrimiento a través de la percepción de una contradicción que puede ser tan global y absoluta como la propia existencia desencajada del uno mismo.
Habitual experimentador de sustancias enteogénicas, Dick tenía una relación conflictiva con eso que todos llamamos "realidad" y que solemos utilizar para imponernos sobre los otros presentándonos como mejores conocedores de su esencia. Y en este sentido la historia que s enos relata en "Blade Runner" es la puesta por obra llevada al extremo de esta relación conflictiva.
Después de todo, descubrirse siendo en realidad un otro muy diferente, como le sucede al personaje de Rachael, implica un radical cuestionamiento de nuestra capacidad para percibir realmente aquello que podríamos llamar esencia de las cosas
Por otro lado, ni la filosofía (¿empirismo o idealismo?) ni la física (la influencia de la mecánica cuántica en la constitución de nuestro mundo euclidiano) tienen muy claro el concepto de realidad.
Y además, y aunque percibamos la realidad de la botella, no tendremos claro si está medio llena o medio vacía.
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