El amargo sabor de las hojas muertas es húmedo barro que se enreda como un desesperado abrazo en su caminar por el jardín de los pasos perdidos.
Los fantasmas se acumulan a sus espaldas.
Le sonríen.
Quieren abrazarle mientras se encamina decididamente hacia la luz.
Le desean lo mejor sabiendo también que en algún momento regresará.
Su secreta y milenaria ciencia de brumas y sombras así se lo aconseja.

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