SEABISCUIT
Me ha gustado mucho ver "Seabiscuit".
Será una película que siempre querré volver a ver, que ingresa en el difuso olimpo de mis películas favoritas (cuyo número exacto de integrantes jamás podrá ser precisado) y lo hace, como en todos los clubes privados, de la mano de un miembro reconocido.
Hay bastantes paralelismos entre "Seabiscuit" y "The natural", que lleva residiendo en este olimpo desde hace más de veinte años... aunque sólo sea la maravillosa partitura de ese genial músico llamado Randy Newman.
Ambas son dos emocionantes historias de superación personal en las que la leyenda se forja ante nuestros ojos mostrando su verdadera condición de carne esforzada, que no se resigna ante lo que parece un escrito destino y persevera hasta lograr cambiar la historia reconduciéndola por una dirección en la que sólo el legendario héroe deseaba/pensaba/soñaba que podría ir... y éso es lo que precisamente le hace legendario. Acabar expresándose.
Seguramente "Seabiscuit" no es una obra maestra y probablemente está llena de defectos, pero estoy seguro que volveré a verla más adelante, en algún momento.
Me gustan este tipo de historias, las que me susurran al oído que es mentira, que en realidad todos tenemos la última palabra sobre nuestro destino y, aunque el fracaso personal de cada uno de nosotros nos espere con los brazos abiertos y la cena hecha al final del día, no hay que dejar de intentarlo.
Es una cuestión personal.
"Red Pollard: You know everyone thinks we got this broken down horse and fixed him. But we didn't. He fixed us. Every one of us. And I guess in a way, we fixed each other, too"
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