jueves, enero 15, 2009


Es muy decepcionante comprobar el poco grado de ilustración que tiene el nivel de debate en nuestra opinión pública... Por condenar el error de Israel nos echamos en brazos de un monstruo devorador de carne llamado Hamas y salimos a la calle defendiendo a asesinos, también, de mujeres y niños. 
No hay término medio. 
La pereza intelectual encuentra acomodo en el confortable asiento de una emoción expresada, en un discurso de buenos y malos que jamás resuelve nada porque tiende a convertir a todos en parte de su ciega lotería, porque siempre hay razones para defender a los tuyos y a atacar a los que no lo son.
Es una pena que el concepto de opinión pública también esté corrompido, y en manos de seres tan narcisistas y poco preparados para todo lo que no sea sus propias emociones como los cantantes y los actores, porque una cosa es parar la barbarie de la guerra y otra muy diferente es sacar conclusiones de bondad y maldad de las partes tomando el cadaver de un niño ensangrentado como prueba. Entre otras cosas porque todos los bandos son capaces de aportar su ración de cadaveres sobre la mesa. Y sin embargo parece que el que no expone la vergüenza de sus muertos automáticamente se convierte en el malo... y parece que no sufre, que jamás le pasa nada en lo más alto de la torre de su poder y que el ejercicio de su violencia cuando no es caprichoso obedece a motivos absolutamente espúreos de dominación y control de la libertad de otros.
Siempre me ha parecido horrible el uso que han hecho los palestinos de sus muertos en el interminable conflicto que desde decenios mantienen con Israel. Aun reconociendo la parte de verdad que tiene su causa (que la tiene), y si nos ponemos a hablar de buenos y malos, los palestinos siempre me han parecido unos monstruos tan dispuestos a todo como Israel. Mas débiles, más pobres, con peores amigos (algo muy importante en las relaciones internacionales de siempre, sobre todo si naces sin estrella y estrellado), peor armados, pero tan dispuestos a todo como los israelitas... los malos oficiales de siempre. No hay más que ver la autoritaria forma de producirse que tiene en público el líder de Hamas... pero para el que quiera asumir la responsabilidad de verlo. 
Israel nunca ha mostrado las imágenes de sus ciudadanos destrozados por los asesinos suicidas, jamás ha retransmitido el dolor de sus entierros ni nos ha restregado la sangre de los suyos por el asombro de nuestras caras.
Se parecen demasiado a nosotros.
También son una democracia y anteponen el respeto al dolor de los suyos a su uso político como refuerzo positivo de la imagen pública de su propia causa.

Alguna vez la inmensa minoría a la que pertenezco tendría que salir a la calle para manifestarse en favor del sentido común. 
Nadie lo notaría... solo nosotros... los cada vez menos, los tan pocos.

3 comentarios:

  1. Las guerras y estos enfrentamientos tan bárbaros son terribles. Yo, consciente de que se me escapan la mayoría de los detalles y de lo poco que llego a comprender, prefiero mantenerme distane.
    El planteamiento de tu artículo me ha aportado mucho en este maremagnum de frases hechas y posiciones establecidas.
    Pero yo creo que los ciudadanos que mueren en uno y otro lado no les interesan nada a los políticos que se refugian en sus sedes oficiales. Sólo se trata de una impresión, ni los conozco ni estoy al día de sus políticas.

    ResponderEliminar
  2. Los palestinos siempre han sido la piedra que las dictaduras árabes han lanzado contra Israel. El problema es que a lo largo de los años, y a lo largo de las guerras, se han ido quedando huérfanos de padrinos totalitarios dispuestos a utilizarlos como válvula de escape que justificara sus satrapías. Ahora están solos en el mundo árabe, que no ha movido un dedo para ayudarles. Y aunque resulte parcialmente justificable que se hayan lanzado en los brazos de Hamás para huir de la corrupción de Al Fatah, no debemos olvidar quiénes son los que les gobiernan.
    Me resulta gracioso escuchar cómo periodistas, desde la radio pública por ejemplo, defienden la legalidad del gobierno de Gaza al ser elegido en las urnas. Menuda justificación. Hitler también lo fue y gozaba de gran apoyo popular. Hamás es un grupo terrorista, da igual lo institucionalizad que esté. Defiende la aplicación severa de la Sharia. No es precisamente democrático o tolerante. Su principal objetivo es la destrucción del Estado de Israel. Y así lo lleva intentando, desde hace tiempo, con sus limitados recursos. ¿Qué se supone que deben hacer los israelíes? ¿Lanzarles besos? ¿Cederles armamento para equilibrar la balanza?

    Sin embargo, a juzgar por el cariz que tomaron las manifestaciones de hace unos días en nuestro país, Hamás tiene un número importante de seguidores aquí. No entiendo cómo parte de la izquierda española le hace el caldo gordo a estos sujetos. Es la izquierda con menos presupuestos ideológicos sólidos y más odio retorcido en su interior. Un odio que les ha sacado a la calle no para defender la paz, sino para increpar a Israel y a sus defensores. Solo hay que ver la campaña que han iniciado contra Pilar Rahola.

    Ni que decir tiene que algunos de estos sujetos están aprovechando la coyuntura para desviar la atención de problemas más urgentes y cercanos, como el paro galopante o la crisis económica severa que padecemos. Es curioso que siendo un problema más social y directo ninguno de ellos salga a la calle para protestar por ello.

    La opinión pública de occidente es fácilmente manipulable, y lo profesionales y medios tenemos una gran culpa de ello. Buscamos el morbo y la audiencia en la noticia en lugar de contextualizarla correctamente, ofreciendo una visión histórica de lo ocurrido. Y eso genera una corriente de opinión poco sustentada, populista y emocional que puede resultar peligrosa. El escape para las frustraciones de muchos, la espita que los gobernantes europeos abrieron cuando les interesó y por la que se evacuó tanto y tanto odio a lo largo de la historia fue el antisemitismo. Por esa espita salió el gas que mató a seis millones de inocentes. Y hoy, vuelve a la calle ese odio que impide entender que Israel, los judíos, tienen el derecho a dejar de ser las víctimas predilectas de la historia y luchar por su porvenir. Y yo espero que lo sigan haciendo. Por nuestro bien, lo espero.

    ResponderEliminar
  3. Me gusta lo que habéis escrito.

    Manu... Los periodistas ya no hacen noticias, venden productos y encima no toleran la crítica externa. También hay un problema entre lo que se dice que es la profesión periodística y lo que de verdad es.

    Un abrazo a los chicos y un beso a las chicas.

    ResponderEliminar