XXY
Esta película es el debut cinematográfico de la novelista argentina Lucía Puenzo, hija del director Luis Puenzo, y tengo que decir que no ha podido realizar un estreno más afortunado.
En un lugar de la costa uruguaya que recuerda de alguna forma a esas islas perdidas de alguna pelicula de Bergman, en un entorno de mar encrespado, viento, nubes y lluvia, sucede esta historia de muchos silencios y pocas palabras, pero precisas, que tiene la virtud de durar justamente lo que tiene que durar contando en cada momento lo que es preciso contar.
XXY habla del estigma de la diferencia y de la desgracia que éste acarrea a quienes no les queda más remedio que recibirlo porque es una parte constituyente de ellos mismos. En este caso, su protagonista, Alex, ha recibido la condición del hermafroditismo en el ciego sorteo de la genética y el destino. A sus 15 años los momentos en que la indefinición era posible han pasado e Inés, enfrentada al rompecabezas que para ella es su propia naturaleza, se siente perdida, dolida, enfadada ante la impotente mirada de sus padres. Estos han buscado ese lugar apartado de la costa uruguaya para alejar a Alex de un mundo que en absoluto está dispuesto a aceptarla, pero no pueden apartar a Alex de sí misma, de la necesidad de definir una identidad que todo ser humano siente como un impulso que le llega desde lo más profundo.
En este sentido, XXY es una película llena de delicadeza y sensibilidad hacia esos desheredados que, por mucho que lo intenten, han nacido al otro lado de la invisible frontera que separa la blanca y negra geometría de la moral. Y que, en el caso de Alex, ofrece como única respuesta la finea línea recta de un bisturí aplicado sobre un cuerpo sin comprender que toda esa diferencia, recortable y desprendible, se prolonga hacia un lugar donde ningún filo alcanza.
La naturaleza encrespada y gris sirve de perfecta caja de resonancia para una trama llena de emociones encerradas como gatos en una caja y tiene algo del viejo maestro Jean Renoir. El viento que sopla, la lluvia que cae, las olas encrespadas se convierten en metáforas. Los sentimientos de los personajes están ahí, constituyendo el espacio como kantianos a prioris sobre los que el espectador construye su experiencia.
Está muy bien XXY.
Creo que intentaré ir a ver esta película. Has despertado mi curiosidad
ResponderEliminarMe alegro... está muy bien y es muy corta. Dura, lo justo.
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