domingo, febrero 08, 2009

MALAS CALLES

Lo que me resulta increíble de "Malas calles" es que treinta años después la película resulte tan moderna, tanto en fondo como en forma.

En ella late el germen de todas las buenas películas que Scorsese ha realizado con el tema de la mafia como fondo... "Uno de los nuestros", "Casino"... Los personajes que Joe Pesci interpreta en ambas son meras extensiones del Johnny Boy que De Niro viste como un guante con brillantez y los personajes que intepreta De Niro pueden leerse a la luz del Charlie que Harvey Keitel borda. 

Ambas tipologías son dos caras de la misma moneda, violencia y control, músculo y cabeza.

En toda esta serie de historias centradas en la mafia Scorsese nos presenta el complejo paisaje de las difíciles relaciones que entre ellos mantienen así como las fascinantes formas de ser que cada uno de ellos manifiestan.

De alguna forma, la cordura que Charlie (Keitel) intenta mantener pugna por sobrevivir, por no ser arrastrada hacia abajo por personajes que no son capaces de procesar la vida de otra forma que mediante el descontrolado enfrentamiento con una lógica de las cosas que les supera.

En estas historias hay un componente eminentemente biológico, un discurso sobre la necesidad constante de adaptación a un medio cruel que a cada segundo demanda un esfuerzo de reflexión, de comprensión por parte del sujeto agente.

La no adaptación termina significando la destrucción para todos aquellos que no tienen la intuición suficiente para comprender la realidad resultante de los continuos vaivenes que la jungla de asfalto presenta.

Asi, y mientras Charlie intenta adaptarse, comprende qué es lo importante y lo que no, Johnny Boy vive el segundo a segundo de una suicida carrera sin frenos en la que sin quererlo arrastra a Charlie que desesperadamente intenta salvarle y que, llevado por el sentimiento de la amistad, no entiende que no se puede salvar a nadie que no quiere ser salvado.

Seguramente, Scorsese conoció en su adolescencia a muchos tipos que encajaban en algún lugar de ese continuo de personalidad cuyos extremos representan Charlie y Johnny Boy.

Seguramente les vió vivir y morir en las calles de Little Italy.

Y seguramente también acabó comprendiendo que las emociones siempre son el primer rival que uno debe vencer si quiere sobrevivir. 

Asi nació Johnny Boy, como encarnación de la tanática amenaza de autodestrucción que todos llevamos dentro, un principe de la ciudad que la ciudad misma termina destronando en conspiración con el tiempo.

El tránsito de la adolescencia a la madurez implica comprender la necesidad de esa adaptación a la lógica de las cosas. De alguna forma entrar en un engranaje, adaptarse a su mecánica para evitar ser destrozado pero Johnny Boy se empeña en continuar hacia delante siguiendo un irresponsable impulso de adolescencia eterna del que Charlie intenta apartarle.

Y este es el segundo tema que más me gusta de "Malas calles"... La amistad llevada hasta el último extremo. La amistad vivida incluso contra el mundo y contra el tiempo. Y en este sentido, la poética que exhala "Malas calles" es tremenda y conmovedora.

Charlie y Johnny Boy siempre merecieron una de esas canciones que sólo Tom Waits sabe componer.

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