Gripe Porcina.
Leo en Internet que en el 2010 un tercio de la humanidad podría resultar infectada y que el virus podría mutar a una variante mucho más feroz... o no. Como otros tantos organismos potencialmente peligrosos siempre puede darse el caso de que pueda mutar para mal. En este caso, el virus de la gripe porcina no es muy diferente a otros tantos como por ejemplo el anthrax. Pero lo importante no es la peligrosa posibilidad de mutación que siempre está ahí, como un siniestro euromillón que se juega cada segundo.
Lo importante es la posibilidad de ese titular y la necesidad de su catastrofista orientación.
Tenemos que estar informados. Es cierto. Pero, y fundamentalmente, tenemos que estar informados de todo lo malo que nos puede pasar. A la hora del viajar importa tanto la idoneidad del lugar como los riesgos que corremos, como si la humanidad entera sufriera una melancólica tentación por el apocalipsis de cuya existencia los titulares de los medios de comunicación son inequívoco sintoma.
Siempre puede pasar lo peor. Debemos estar preparados para la más desastrosa de las posibilidades.
Tentación del apocalipsis.
Depresiva delectación por la desgracia revestida siempre en preocupación por todos los riesgos. Los mayores espacios de información siempre dedicados a la peor de las consecuencias.
Nunca es noticia que el virus de la gripe porcina o de la gripe aviar puedan dejar de mutar. Sólo es noticia la amenaza, la posibilidad de que puedan hacerlo, como si no pudiéramos vivir demasiado alejados de la sombra de una siniestra amenaza.
Como los psicópatas, que desean siempre ser atrapados por el resultado de sus obras, quizá la humanidad, de forma inconsciente, reflejara en esa constante tentación del apocalipsis un sentimiento de culpabilidad cuya carga emocional, por desplazamiento, se muestra en forma de sensación de inseguridad ante una continua amenaza que jamás cesa.
Los medios se convierten en el mecanismo que vehicula ese sintoma.
¿Cómo es posible que la ira de todos esos cielos, de todos esos dioses, en los que creemos (o no) aún no haya caído sobre nosotros?
El animal que llevamos dentro y que es mucho más viejo que nuestra parte consciente y racional echa de menos la némesis encarnada en un predador. Siempre lo busca en todas las partes y en todas las situaciones, acechando, dispuesto a devorarlo cuando menos lo espera. No puede vivir sin él.
Toda la Humanidad podría morir. De hecho, toda la Humanidad morirá. Lo importante, como decía, no es la bala, es la velocidad que coge...
ResponderEliminar... y el cariño y la dedicación con la que se dispara.
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