Confieso que antes de escribir este post me he dado una vuelta por lo que se ha publicado en Internet sobre este libro y tengo que confesar que, y por lo leído en la mayor parte de los casos, he debido leer un libro distinto.
Como siempre se mira la paja en el ojo ajeno y se hace la vista gorda de la viga que hay en el propio, como si todavía ese episodio tan desgraciado de nuestra historia fuese una cuestión de buenos y malos. Como siempre, se examinan concienzudamente los endebles argumentos que cuestionan y se devuelve el golpe con irrebatibles planteamientos que no deberían dejar lugar a ninguna duda acerca de en qué bando se encuentra la verdad.
Y todo, seguramente, porque, en mi opinión, en el libro de Beevor hay "cera" para todos.
No soy un experto lector de bibliografía acerca de nuestra Guerra Civil, pero en el transcurrir de las páginas (muchas) que componen el libro casi siempre me ha acompañado la sensación de estar ante un relato honesto, equidistante y en el que, como no podía ser de otra forma, nadie termina de quedar bien... Es más. Y aunque mi percepción fuera interesada o equivocada, prefiero que sea así. Nadie debe salir triunfante de un episodio de esta clase porque sólo se aprende de los fracasos.
En este sentido Beevor describe un panorama nada complaciente para ninguno de los dos bandos, incluso para los neutrales, y lo hace de una forma estructurada y clara, apoyandose entoda clase de testimonios y datos que el autor engarza con su habitual maestría para narrar.
Hay sentido común en el libro de Beevor y como todo el mundo sabe el sentido común debiera ser siempre el lugar perfecto para el acuerdo en torno a un tema por encontrarse equidistante entre todos los diferentes puntos de vista al respecto.
Imprescindible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario