martes, julio 07, 2009

DESEO, PELIGRO

Por encima de todo, esta última película del taiwanés Ang Lee es un melodrama de cine negro.

Es curioso pero, en mi memoria, los recuerdos de "Deseo, peligro" suceden en blanco y negro.

El territorio donde emocionalmente se desenvuelve esta historia es el de los propios límites del corazón humano. Allí donde el orden de la claridad es imposible y uno jamás está libre de traicionarse a si mismo o los otros, los que más quiere. Odiando o deseando, amando o traicionando uno no termina de reconocerse a sí mismo y la relación que guarda con los espejos es, como mínimo, de desconfianza. Y eso mismo es lo que creo entender que sucede con uno de los personajes principales, el brutal y misterioso Sr. Yee, al enfrentarse al extraño que le observa desde el otro lado del espejo.

Los jóvenes miembros de una escuela de teatro deciden pasar de las palabras a la acción e implicarse más directamente en la lucha contra el invasor japonés y, especialmente, contra aquellos compatriotas que colaboran con el enemigo. Las palabras y los gestos del teatro no son suficientes para su carismático lider Kuang Yu Min que arrastra a los demás miembros del grupo por la traicionera senda de una peligrosa aventura en la vida real. Uno de ellos es la joven Wong Chia Chi cuya belleza usarán como arma para llagar hasta su objetivo, el señor Yee, un misterioso y sombrío hombre de negocios y político.

Poco a poco la lenta estrategia de seducción de Wong Chia Chi irá dando sus frutos. Pero, y en ese viaje hacia el corazón de la oscuridad de Yee, la bella mujer terminará atrapada en la red que ella misma ha tejido.

La volátil pasión intervendrá para caotizar lo que siempre se había pretendido fuera la ordenada deriva de una trama calculada hacia el previsto objetivo final.

Quizá resulta demasiado larga "Deseo, pasión". Sólo quizá. No estoy seguro. Probablemente sería aún mejor película si el metraje se hubiera reducido en una hora... sobre todo la primera parte, centrada en el grupo de teatro, la más floja de la historia. Pero, y en cualquier caso, si el espectador se sobrepone a ciertos momentos puntuales de debilidad, el resultado final es satisfactorio. Mirando atrás se percibe el hermoso paisaje de una historia emocionante, un camino que ha merecido la pena seguir.

El pulso lento y pauisado del cine negro late en lo cruel y contradictoria que la historia es, como casi siempre suele ser la vida.

Para llegar hasta Yee, Wong Chia Chi deberá despertar lo poco que queda de humano en el interior del monstruo y, una vez que Yee siente quizá algo bastante parecido al amor, éste descubrirá que todo ha sido una traición.

Triste y negro es el destino de la bestia Yee. Buscar lo que en él hay de humano, para destruirlo quizá definitivamente en una última y terrible decepción.

Triste y negro será también el destino de la hermosa Wong Chia Chi quién a un paso de la meta que durante tantos años ha perseguido se verá distraída por un simple latido desacompasado de su corazón.

Al final, nadie quedará contento si es que su propia circunstancia dentro de la historia le ha permitido siquiera eso... quedar.

Magnífica.. aunque un poco larga.

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