Tengo que reconocer que no soy un fiel seguidor del cine español. Por éso, probablemente, mi impresión sea equivocada, pero considero que lo más interesante que se hace últimamente tiene que ver con el cine de género... "La noche de los girasoles", "Rec", "La caja Kovak"... "Celda 211" está en la línea de ese cine español que se dedica a contar historias y nada más.
Es algo que nos falta y creo que se trata de una cuestión generacional que, a medio plazo, hará que la comunidad del cine español se libere de ese corsé ideológico que llena de presuntos Ken Loach las salas oscuras y que la ha alejado de la realidad de la sociedad española, confundiéndola en el espejismo de una propia visión ideológica alimentado infinitamente en el circuito cerrado de las subvenciones...
Creo... Cruzo los dedos... pero éste no es el tema.
"Celda 211" nos narra la dramática situación en que un funcionario de prisiones, recién llegado a su nuevo trabajo en la cárcel de Zamora. Accidentalmente, Juan Oliver (Alejandro Ammann) se verá inmerso en un motín provocado por los presos más violentos encabezados por el peligroso Mala Madre (Luis Tosar). La necesidad de sobrevivir le llevará a confundirse con los presos y encontrar un destino absolutamente inesperado.
Sin duda alguna, lo mejor tiene "Celda 211" es un planteamiento inicial que consigue atrapar el espectador con un ritmo y una dosificación de la tensión bien medidas. La angustia de Juan Oliver ante el infierno que se desencadena a su alrededor y el descubrimiento del fascinante Mala Madre en el apogeo de su bestialidad.
La historia atrapa e interesa en el enfrentamiento de los dos personajes protagonistas, rodeados de un interesante paisaje zoológico de secundarios llenos de personalidad e interés, pero empieza a perder fuerza cuando surgen diferentes líneas argumentales paralelas, algunas de ellas no del todo necesarias teniendo en cuenta el peso que se les da, que terminan por sepultar lo más interesante de la película en un intrincado laberinto de dimes y diretes, idas y venidas, que tienen una desproporcionada presencia.
Hay distracción (personajes como el primer negociador que tienen más peso del que debieran) y confusión, situaciones inverosímiles y forzadas (como la imposible acción del vigilante Antonio Resines en la manifestación), que complican y apartan la historia de su esencia, desnaturalizándola.
No era necesaria tanta enrevesada trama para desencadenar la situación final... o quizá la historia debiera haber dejado respirar toda esa complejidad en una duración mayor que evitara la importante sensación de montaña rusa que "Celda 211" transmite en el nudo de su trama.
Afortunadamente, "Celda 211" termina bien e importa muy poco quién hacia esta o aquella cosa o qué hacía tal o cual personaje, algunos de los cuales como el rehén tomado por los presos al inicio del motín queda directamente olvidado.
Y por encima de todo brilla el talento de Luis Tosar en la impecable composición de un personaje tan terrible como Mala Madre. La película también respira a través de él, de su talento capaz de oscurecer las complejidades y contradicciones de una historia que quizá hubiera necesitado una vuelta más para alisarla y aligerarla de polvo y paja.
Sin su arrolladora presencia, las costuras mal terminadas de la historia serían insoportables y evidentes.
No tan buena como se dice, pero entretenida a pesar de sus defectos.
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