El segundo capítulo de la primera serie de los Episodios Nacionales nos sitúa a Gabriel, su protagonista, unos años después de la derrota de Trafalgar, en el Madrid castizo y al servicio Pepita, una famosa actriz de los escenarios de la capital.
A través de su circulo íntimo de amistades, muchos de ellos cortesanos de palacio, Gabriel tendrá la oportunidad de conocer de primera mano los sucesos que llevaron a la detención, ordenada por Carlos IV, de su propio hijo, el príncipe heredero Fernando, como responsable de un intento de conspiración contra los reyes y su primer ministro, Godoy.
El principal atractivo que para mi gusto tiene "La corte de Carlos IV" es la interesante descripción que Galdós hace del intrigante y decadente ambiente cortesano que rodeaba a los reyes borbones. Resultan memorables los pasajes en los que algunos personajes, como la cortesana Amaranta, desacreditan el mérito en favor de la clientela como principal modo de ascenso social en un entorno lleno de intereses y dobleces.
Hay un poder dar que directamente faculta al que lo tiene con la capacidad de poder pedir... si es que se desea recibir algo a cambio. Asi, la corte del rey se convierte en un pomposo y atildado mercado persa en el que constantemente se intercambian dones por favores, en una engrasada maquinaria de intereses que, por su propia condición ambiciosa, siempre resultan contrapuestos a otros; tan contrapuestos que incluso llegan a enfrentar a padres con hijos en el propio seno de la familia real y que plantean un escenario de descomposición y debilidad, ya apuntado en "Trafalgar", que hará inevitables desastres posteriores.
Como otros tantos, el joven e inexperto Gabriel se verá tentado por el dulce sabor de la tentación las dulces promesas de prebendas y concesiones y, como consecuencia de ello, un episodio de la historia de la España del siglo XIX sucederá a su alrededor.
Galdós en sus episodios es mejor pintor de ambientes que de datos. Pero, eso sí, los ambientes son perfectos...
ResponderEliminarAunque las tramas me parecen un poco rancias... Me gusta más lo que se sugiere que lo que leo...
ResponderEliminar