"Esto es tan cierto que para “observar” una partícula subatómica, es necesario “bombardearla” con otras partículas subatómicas (la portada de este texto incluye la foto de partículas en choque, bombardeadas en una cámara de burbujas, lo que permite fotografiar sus trazas). En palabras de Mao: “si quieres probar una pera, debes cambiar la pera comiéndola”. ¡¿Pillemos un electrón?! : Para localizar aquello que suponemos es un electrón, hay que iluminarlo. La energía de la luz depende de su longitud de onda, y ésta determina el grado de precisión con que podemos localizar ese electrón. Si la energía de la luz aumenta, su longitud de onda disminuye, y el contorno del electrón se precisa. Sin embargo, los fotones de esta luz comunican su energía al electrón y perturban cada vez más su movimiento a medida que la energía aumenta. Nos encontramos por lo tanto frente a un dilema: cuanto más reducimos el carácter indefinido de la posición del electrón iluminándolo con fotones de alta energía, más lo perturbamos y más aumentamos el carácter indefinido de su movimiento. Por el contrario, si lo iluminamos con una luz menos energética, perturbamos menos su movimiento pero aumentamos el carácter indefinido de su posición. El acto mismo de determinar genera indeterminación .... ya no somos agentes pasivos ante el drama tumultuoso del mundo de los átomos, sino actores en toda regla. “Observar” implica interactuar y aquí la pretensión del RACIONALISMO CARTESIANO de que el “observador” es objetivo y que se puede disociar de la naturaleza o cuestión observada (cosa que desgraciadamente sentó las bases para la destrucción de la misma) es sólo una vanidad que no posee fundamentos. El ideal clásico de una descripción objetiva de la naturaleza –o partición cartesiana- YA NO ES VALIDO. En la física atómica, nunca podemos hablar sobre la naturaleza sin, al mismo tiempo, hablar sobre nosotros mismos .... "
(Abrazando el universo, Claudio Escobar Cáceres)
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