Todo está relacionado.
Y ese presente al que tanto nos agarramos lanzándonos de buena gana al abismo de su aparente simplicidad... Es lo que sucede, es lo que toco, es lo que hay... Es en realidad un complejo entramado compuesto por lo que fue, los vacíos y huellas dejados, lo que es, las presencias incuestionables y evidentes y lo que será, las sombras que se proyectan desde el horizonte.
A veces relaja concentrarse única y exclusivamente en lo que es.
Simplemente mirar el arder lento de las cosas como quién observa el titilar de una llama.
Tomarse un respiro. Descansar en esa ilusión. Pero jamás las cosas se ven como son. El fue y el será las matizan desde su inadvertida transparencia. Y es que no sólo somos lo que recordamos y lo que queremos ser, sino también lo que vemos se nos aparece como tal en función de lo que ya hemos visto y en un futuro queremos ver.
Lo menos real desde la conciencia es siempre el presente.
Nuestra biografía lo interpreta, nuestro deseo lo transfigura.
Tener solo presente es lo mismo que no tener nada.
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