jueves, abril 21, 2011

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"En El Capital, Marx ve el esfuerzo continuo por construir industrias más y más grandes como un rasgo característico del capitalismo: Como fanático de la valorización del valor, el capitalista constriñe implacablemente a la humanidad a producir por producir (...)Acumulación por la acumulación, producción por la producción misma... la producción a través del trabajo asalariado crea un proceso de acumulación compulsiva que ignora las necesidades humanas y los deseos individuales"
(La locura del mercado, Chris Harman)

Los mercados como manifestación esencial de nuestro mundo capitalista contemporáneo son también compulsivos, buscan la acumulación por la acumulación... La última crisis económica global es un buen ejemplo.

Son inhumanos e irracionales, esencialmente irresponsables con la sociedad a la que pertenecen.

Y el modo de insertar a los trabajadores en esa dinámica es domesticarlos mediante el crédito, la deuda y el deseo. Y lo peor de todo es que ha sido la propia izquierda "mainstream" la que ha puesto la última piedra de esa cárcel con su visión antropológica buenista del ser humano, despreciando la ética del sacrificio y el esfuerzo que fue el verdadero capital moral de la izquierda de los siglos precedentes. Y esta visión autocomplaciente y utópica privó al ser humano de sus armas más poderosas y aquel no tardó en ser contaminado por el hedonismo venenoso, derivando rápidamente hacia el deseo indiscriminado que ata al individuo a la máquina.

¿Por qué no merezco tener lo mismo (más bien sucedáneos)?

Con una respuesta positiva a esa pregunta empieza el camino de la esclavitud. Comienza todo.

Marx sigue vigente.

2
"El capitalismo se basa en un sistema de producción social que actualmente cuenta con una "plantilla" mundial de unos tres mil millones de personas. Sin embargo, la organización de la producción la llevan a cabo empresas separadas y rivales (algunas privadas, otras propiedad de estados nacionales) motivadas sólo por la necesidad de mantenerse a la cabeza de la competencia. El hecho de que todas las empresas exploten a sus asalariados significa que ninguna puede dormirse en los laureles. No importa cuánto éxito haya tenido una compañía en el pasado, siempre vive con el miedo de que una rival invierta sus beneficios en instalaciones y maquinaria nueva y más moderna. Por eso cada empresa debe estar continuamente preocupada por mantener sus beneficios más altos que las demás. Y eso significa que cada una intenta que sus trabajadores produzcan lo más posible por lo menos posible. Ningún capitalista se arriesga a estabilizarse, ya que eso significaría quedar detrás de sus competidores y, con el tiempo, quebrar.
Esto es lo que explica el dinamismo del capitalismo, la presión sobre cada capitalista por mantenerse por encima de los demás lleva a una renovación continua de las instalaciones y la maquinaria, y a una presión permanente sobre los trabajadores para crear los beneficios que hacen que la mejora sea posible. Pero esto es también lo que hace que el sistema sea inhumano.
En un mundo racional, la introducción de equipos que ahorran trabajo llevaría automáticamente a una mejora de los niveles de vida y una reducción de la jornada laboral. Pero eso no pasa bajo el capitalismo, donde cada empresa intenta reducir sus costes para mantenerse a flote, lo que significa mantener bajos los niveles de vida de los trabajadores.
La inhumanidad e irracionalidad de la toma de decisiones bajo el capitalismo son tan grandes que ni siquiera los jefes son libres para hacer lo que quieran. Pueden decidir explotar a sus trabajadores de una manera u otra, pero no pueden elegir no hacerlo, ni hacerlo en menor medida que otros capitalistas, a no ser que quieran quebrar. Ellos mismos están sujetos a un sistema que persigue su implacable objetivo sean cuales sean los sentimientos de los individuos. El capitalismo es una carrera de ratas. Cualquier empresario que no sea una rata, que intente tratar bien a sus trabajadores, poniendo sus necesidades por encima de la competitividad, no durará mucho tiempo."
(La locura del mercado, Chris Harman)

Es un Frankenstein que nos devora... y su mejor aliado es el animal que todos llevamos dentro y ese animal nunca está lo suficientemente seguro, nunca tiene suficiente alimento, nunca hace el suficiente calor en su cobijo durante el invierno.
El capitalismo es la manifestación cultural mas sofisticada de nuestra más pura animalidad, un sistema complejo movido por impulsos y en el que nuestra parte racional y moral sólo existe para justificarlos.
No es en absoluto un avance.
Es la peor parte del ser humano dominando a la mejor, el egoísmo imponiéndose al altruismo.

El capitalismo por encima de todo y en su origen es una enfermedad del alma que nos lleva al desastre de un mundo peor, a una paradoja de riqueza material y de miseria moral de la que todos somos cómplices.

3
La sociedad de consumo es el perfecto mecanismo de dominación.
La respuesta definitiva de la clase dominante a dos siglos de enfrentamiento.
Ahora pueden producir y acumular en paz... Y vaya si lo están haciendo, hasta niveles absurdos de riqueza que consisten en tener siete casas en lugar de cuatro o tres aviones en lugar de uno.
E inocentemente los humillados y ofendidos pensamos que van a tener suficiente, que nos van a dejar un pequeño lugar a cada uno de nosotros mientras nos drogamos entrando y saliendo de tiendas, supermercados y tiendas de ocio como si fueran fumaderos de opio, pero la verdad es que lo quieren todo. Es así de irracional el tema... si pudieran tener veinte casas las tendrían.

4
Como mínimo, y como dice Stephane Hèssel, deberíamos desconfiar, indignarnos.

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