miércoles, abril 06, 2011














KILL BILL (Vol 2)

Muchos aspectos del cine de Tarantino me producen mucho rechazo. Ya he escrito más de una vez a este respecto, pero tengo que decir que hay otras cosas que me entusiasman locamente, especialmente su capacidad para producir diálogos maravillosos, inolvidables, inspirados.

Tampoco tengo duda de que esta segunda parte de esta historia épica en dos entregas de una madre que quiere romper con su pasado criminal, aunque eso implique amputarse una buena parte de su corazón, es objetivamente (si es que la objetividad es posible) una de las mejores películas de Quentin Tarantino.

Resulta curioso, pero en este "Kill Bill", en sus dos entregas, compone un compendio de los vicios y las virtudes de Quentin Tarantino como cineasta. Incluso, y para mi gusto, la primera entrega concentra todas las desventajas (descuido por la narración, apoteosis del cliché, acción enloquecida y sangrienta) mientras que la segunda concentra todas las virtudes destacando especialmente, como ya he escrito, el talento inigualable que Tarantino tiene para construir diálogos memorables... pero también la capacidad para construir artilugios narrativos, historias complejas y laberínticas que llevan de sorpresa en sorpresa al espectador con un continuo cambio de tonos y texturas narrativas.

Resumiendo, y como si fuese su mujer, me gusta el Tarantino ordenado y estructurado, el que no se deja fagocitar en exceso por sus referentes de cine exploit (que no me gustan nada), que no se vuelve loco y nos cuenta meros baños de sangre que suceden porque sí, como copiados a escala de su memoria. Y este segundo volumen de Kill Bill rebosa talento por todas partes... su talento.

Y tengo que decir que, para mi gusto, este volumen tiene un punto teatral, de juego astuto entre personajes que hace de la palabra el arma mejor y más definitiva.

Brillante.

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