Se dibuja la mañana serena,
desenredándose la fragante melena
sobre las copas de los árboles,
las calles y las aceras,
los tejados y las azoteas
y el nuevo día huele a limpio
y parece sobrar el tiempo
que posado sobre cornisas y alféizares
despreocupadamente se despereza,
sin tener demasiada prisa por alzar el vuelo,
por transformar con el silencioso batir de sus alas
la remansada eternidad de este instante
en puro y cristalino recuerdo.
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