"La mejor manera de entender el movimiento que Milton Friedman lanzó en la década de los cincuenta es concibiéndolo como una ofensiva del capital multinacional destinada a reconquistar la frontera colonial (sumamente lucrativa y sin ley) que tanto admiraba Adam Smith (antepasado intelectual de los neoliberales de hoy en día), aunque imprimiéndole un nuevo giro. En lugar de hacer campaña por las naciones salvajes y bárbaras de las que hablaba Adam Smith y en las que no imperaba la ley occidental (una opción que ya no resultaba practicable en los años setenta del siglo XX), el nuevo movimiento se fijó como propósito el desmantelamiento sistemático de las leyes y las regulaciones existentes para recrear esa alegalidad anterior. Y allí donde los colonos de Smith obtenían su lucrativa rentabilidad de la apropiación de tierras baldías a cambio de una insignificancia, las multinacionales actuales consideran territorio a conquistar y del que apropiarse toda una serie de programas estatales, activos públicos y bienes y servicios que no estén todavía en venta: los servicios postales, los parques nacionales, las escuelas, la seguridad social, las ayudas para los damnificados en los desastres y cualquier otro ámbito que pueda estar administrado públicamente.
Para la teoría económica de la Escuela de Chicago, el Estado es hoy una frontera colonial que los conquistadores empresariales saquean con la misma determinación y energía implacables con la que sus predecesores arrasaron con el oro y plata de los Andes para llevárselo consigo...
Así que, lejos de servir como advertencia, el ascenso de los oligarcas milmillonarios rusos no hizo más que demostrar lo rentable que podía resultar la explotación a cielo abierto de un estado industrializado. Y Wall Street quería mas. Inmediatamente después de la desaparición de la Unión Soviética, el Departamento estadounidense del Tesoro y el FMI endurecieron considerablemente las condiciones exigidas a otros países en crisis (y que llamaban a sus puertas solicitando ayuda) haciendo más inmediatas las privatizaciones."
(La doctrina del shock, Naomi Klein)