"Todo ésto suscita directamente una pregunta acuciante e importante acerca de los ideólogos del libre mercado: ¿son verdaderos creyentes a quienes mueve la ideología y la fe en que los mercados libres curarán el subdesarrollo, como se asegura a menudo, o sus ideas y teorías actúan frecuentemente como una elaborada tapadera que permite que las personas actúen dando rienda suelta a su codicia, aunque invocando, al mismo tiempo, una motivación altruista? Todas las ideologías son corrompibles, evidentemente (los apparatchiks rusos dieron abundantes y evidentes muestras de ello con los múltiples privilegios que cosecharon durante la era comunista) y, sin duda, existen neoliberales honestos. Pero la economía de la Escuela de Chicago parece ser especialmente susceptible de desembocar en procesos de corrupción. En cuanto se acepta que el lucro y la codicia practicados en masa generan los mayores beneficios posibles para cualquier sociedad, no existe prácticamente ningún acto de enriquecimiento personal que no pueda justificarse como contribución al gran caldero creativo del capitalismo porque supuestamente genera riqueza y espolea el crecimiento económico (aunque sólo sea el de la propia persona y sus colegas más próximos)."
(La doctrina del shock, Naomi Klein)