MEDUSA
Huesos hundiéndose
en medio de la noche,
arrastrando con su peso
jirones aventados de piel
desmelenados por el viento.
Confusión.
Crepitación de la carne.
Destello de sangre
y en cada episódico fulgor,
ahondando, el silencio.
No hay tiempo.
No hay tiempo.
Más allá,
en el otro lado del espejo,
se extiende
eterno y desnudo
ese helado momento
que, una vez sucedido,
jamás cesa.