Hay mucho que hacer en la Nueva Orleans post-Katrina... Y la segunda temporada de "Tremé", la nueva joya de la factoría de David Simon nos lo cuenta con esa manera tan especial de contar las cosas en la que las historias individuales de los personajes se convierten en expresión metonímica de realidades más complejas.
En cualquier caso echo de menos un discurso más guerrero, más anti-neocon en esta segunda temporada, pero sólo eso. Lo echo en falta. Porque me satisface lo que hay, el esfuerzo que todos y cada uno de los personajes hacen por continuar adelante. Eso, si. Por si mismos. Sin recibir otra ayuda que la que es brindada por la gente que se encuentra a su alrededor, por sus seres queridos.
Hay mucho de eso que los viejos sociólogos llamaban sociedad orgánica en "Tremé".
Y en ciertos momentos uno puede sentir la fuerza del grupo haciendo la vida un poco mejor a sus integrantes.
Y me gusta ese mensaje.
Y lo considero más importante que cualquier otro que pueda echar en falta.
Quizá no haya nada más revolucionario que hablar de personas y colectivos en un mundo de individuos cada vez más centrados en si mismos, modelados a imagen y semejanza del sistema, porque este Matrix nuestro de cada día necesita de individuos egoístas, absolutamente centrados en la búsqueda de sí mismos para jugar con su deseo y exprimirles hasta la última gota del alma.
Y ahora mismo no hay nada más revolucionario que un trombonista que se convierte en profesor de unos niños o una abogada que pierde dinero y se la juega defendiendo la carne del cañón pulverizada durante el huracán and so on...
La salvación está en el grupo.
¿Habrá tercera temporada?
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