UN MÉTODO PELIGROSO
Uno de los aspectos más importantes que se desprenden de la visión de las cosas de la física cuántica es la imposibilidad de establecer la diferenciación entre el observador y los observado.
Nada ni nadie que se encuentre dentro del tejido espacio temporal puede aspirar a colocarse en una posición de objetividad y distanciamiento.
Todo está interrelacionado de una manera compleja e indescifrable y en este sentido, y en lo que atañe al entendimiento de las cosas esenciales, la posibilidad de un sujeto capaz de reflexionar y atrapar cualquier objeto desde una perspectiva racional se convierte en un imposible sueño.
Y es en este sentido donde inserto mi reflexión acerca de "Un método peligroso", la última película del canadiense David Cronenberg.
Para mi gusto, el principal atractivo que tiene la película es contemplar a Jung y Freud, dos de los grandes aventureros en la investigación de las psique humana, siendo victimas de si mismos, de sus pasiones y deseos en tanto y en cuanto intentan objetivar ese mismo mecanismo que les esclaviza.
A su manera, ambos viven ese sueño de la razón mientras los deseos por todas partes les viven.
"Un método peligroso" muestra de manera muy peligrosa la imposibilidad de esa frontera y el modo en que se producen constantes trasvases de un lado a otro resultando que la orientación que adquiere una investigación tiene su origen en circunstancias emocionales como es el caso de Jung y viceversa, como la complicada relación con el sexo llevó a Freud a hacer de éste el interpretante esencial de los mecanismos de la naturaleza humana.
De raíces intelectuales y complejas, "Un método peligroso" ofrece una propuesta más que estimulante, una propuesta más discursiva que narrativa sobre los límites de la razón, de la clínica y el poderoso influjo que lo irracional tiene a la hora de configurar ese retrato en sepia que llamamos "yo".
Interesante.
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