Hay una agenda.
Y se va a seguir con independencia de quién esté en el gobierno.
Hay un sistema de intereses creados.
Y se va a seguir perpetuando contando con la aprobación de la gente... o no.
Afortunadamente todavía nos necesitan, aunque desde luego no para decidir. Sólo para trabajar y comprar.
Y también afortunadamente todavía nos siguen mintiendo. La ilusión de que realmente somos importantes, de que contribuimos aún sigue siendo necesaria. El día que dejen de hacerlo será cuando debamos preocuparnos... si es que por entonces queda alguien capaz de preocuparse por algo que no sea el imposible empeño de encontrarse a sí mismo en el encadenador salón del millón de espejos que es la sociedad de consumo.
Subida de impuestos, si o si... y aunque se haya dicho no en la campaña electoral.
¿Dónde está el pueblo soberano?
¿Dónde se esconden todos esos maestros ciruelas que alababan las virtudes del votar a discreción, a quién sea pero votar?
Ahora es el momento de todos los que no hemos votado podamos disfrutar viendo cómo se les ponen los cuernos a todos los que han votado por uno o por otro... o por los de más allá.
Ahora soy de esa minoría que orgullosamente puede decir que no la han engañado.
Aunque tampoco había que ser muy listo, bastaba sentarse y esperar.
En cualquier caso, dudoso honor.
En todo caso, no participar en todo ésto, que sabemos que tiene algo que no está bien, puede que tenga su valor.
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