"Aquí es donde nació el «paradigma holográfico»: el cerebro es un holograma que percibe y participa en un universo holográfico. En la esfera explícita o manifiesta del espacio y del tiempo, las cosas y los acontecimientos son
verdaderamente separados y discretos. Pero bajo la superficie, digamos, en la esfera implícita o de frecuencia, todas las cosas y acontecimientos son a-espaciales, atemporales, intrínsecamente unos e indivisos. Y, según Bohm y Pribram,
la verdadera experiencia religiosa, la experiencia de la unicidad mística y la «identidad suprema», podría ser muy
bien una experiencia genuina y legítima de este fundamento implícito y universal."
(El universo holográfico, Ken Wilber)
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