"El biorritmo es el biorritmo y más en la afición colchonera, que como bien se sabe es afición de biorritmo bragado y gruñón. Así, la gente no sabe bien qué hacer en la previa del partido, por ser hora tardía para el café con leche y temprana para el vermouth. El café ya no apetece y la cerveza no entra, o sí, dependiendo del biorritmo y del hígado de cada uno. Los aledaños del Calderón, con tanto biorritmo cambiado, se convierten en enormes laboratorios de innovación gastronómica que ríase Vd de Ferrá Adriá, oiga. Así, en las barras de los bares se escuchan combinaciones innovadoras y audaces apuestas de contraste gustativo: dos cervezas y unos churros, oiga. Banderillas y dos medianas con leche por aquí, cuando Vd pueda. Vermouth con magdalenas, colacao con boquerones en vinagre, bayonesa con tercio de mahou para ese señor del bigote. Si el Atleti tuviera olfato comercial convertiría el tramo que va de Pirámides al estadio en la nueva meca de la gastronomía elaborada, en el Bulli del desayuno agridulce, en la tierra prometida del churro en dos texturas y la espuma de ensaimada a la cerveza tibia. Aquí quedan avisados, luego no se me rasguen Vds las vestiduras si llega un señor de San Sebastián y hace lo mismo y lo llama fantasía rompeayunos y se forra, que lo hemos tenido a mano."
(Crónica (y soneto) del Atleti - Getafe, El Rojo y el blanco)
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