A la final!
"El Pupas" nos llaman, "sufridores", nos llaman, "del Atleti, pobre", dicen. No saben que, con esos goles en contra en el último minuto, con esas desgracias pequeñas, con esas cuestas arriba que el Atleti debe subir cuando para el resto es llano, tenemos una suerte inmensa. Tenemos la suerte de ver cómo, incluso entre la tierra podrida por la inoperancia y la avaricia de los del palco, de vez en cuando nos sale una flor preciosa. Tenemos la inmensa suerte de tener una afición que, aunque a veces sea excesivamente permisiva, maternal de puro leal, blanda de puro entregada, sepa bien lo que somos. Tenemos la suerte gigante de alegrarnos de nuestros triunfos sin esa angustia de algunos equipos ricos y poderosos que no disfrutan nada que no sea ganar todo y ganarlo ya, aplastando rivales en las portadas a todo color. Llegados a este punto, casi da pena de ver a los seguidores de los equipos más mediáticos y artificiales, siempre ansiosos y enfadados, siempre presionados por tonterías, con la rabieta del hijo de papá que monta en cólera porque aún no llega al concesionario su carísimo coche del color exigido."
(¡Qué suerte tenemos, oiga!, El Rojo y el Blanco)
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