"Sí. La lucha de clases atraviesa el pueblo en sí mismo, a cada trabajador, porque el capital ha conseguido crear la ilusión de que todo el mundo era un poco capitalista, de que todos éramos burgueses; una ilusión que podía interiorizarse a través de pequeñas cosas concretas como el pequeño accionariado, el acceso a la propiedad… Ese fue el punto central del discurso de Nicolas Sarkozy hace cinco años cuando ganó las elecciones: construir una Francia de propietarios, en la que el éxito individual siempre es posible y en la que todos somos burgueses. Esto es lo que constata la pareja de personajes protagonistas de mi película cuando se preguntan ¿qué pensarían aquellos jóvenes que éramos nosotros acerca de aquello en que nos hemos convertido? Y se responden: que somos unos burgueses, que parecemos unos burgueses. Y sin embargo esta pareja posee bien poco; ha tenido dos cosas importantes: un sueño y el trabajo. Hoy, la nueva generación no tiene ni trabajo ni un sueño."
(Entrevista a Robert Guédijian, El País)
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