EL DESENCANTO
Por encima de todo, "El desencanto" es un impacto en la línea de flotación del modo de pensar de aquellos que se impusieron en la guerra civil, un tremendo psicodrama de alta carga metafórica en el que la familia de un patriarca definido como ejemplar por el sistema de propaganda del régimen de dictador airea sus terribles miserias con la escalofriante frialdad de un cirujano.
El punto de inicio del documental es la muerte del poeta Leopoldo Panero sucedida en Astorga en 1962.
Panero fue presentado por el régimen como "ejemplo de ascetismo, amantísimo padre, cristiano viejo, caballero de Astorga, esposo inolvidable, paladín de los justos", pero esto, lo sinfónico de la loa y la alabanza, queda fuera de una historia más centrada en el cuarteto de cámara que componen su viuda, Felicidad Blanc y sus tres hijos.
La cámara penetra por entre el telón que sirve de fondo al escenario donde se adora al hombre de mármol para enfrentar de cara la podredumbre y la miseria que sostiene ese escenario.
Y en este sentido, "El desencanto" es la puesta por obra de un agravio, el que cada uno de los hijos sostiene contra si mismo, contra sus hermanos, contra la madre y finalmente contra el desaparecido padre y a través de ese agravio constantemente verbalizado la pulverización del mito de la familia como arcadia de realización personal.
En este sentido, "El desencanto" nos muestra la otra cara de la familia, la oscura que la convierte en una fabrica de agraviados tullidos cuyas personalidades son sojuzgadas y destrozadas por el temperamento violento de un distante monarca absoluto quién parece entender esa familia como el necesario agente coadyuvante de su voluntad y capricho como incuestionado e incuestionable patriarca.
"El desencanto" es una obra maestra fascinante, de lo mejor que nuestro cine ha aportado a la historia del séptimo arte, en la que los oprimidos por la familia como institución central y vertebradora de una manera de entender la vida toman la palabra.
Imprescindible.
La cámara penetra por entre el telón que sirve de fondo al escenario donde se adora al hombre de mármol para enfrentar de cara la podredumbre y la miseria que sostiene ese escenario.
Y en este sentido, "El desencanto" es la puesta por obra de un agravio, el que cada uno de los hijos sostiene contra si mismo, contra sus hermanos, contra la madre y finalmente contra el desaparecido padre y a través de ese agravio constantemente verbalizado la pulverización del mito de la familia como arcadia de realización personal.
En este sentido, "El desencanto" nos muestra la otra cara de la familia, la oscura que la convierte en una fabrica de agraviados tullidos cuyas personalidades son sojuzgadas y destrozadas por el temperamento violento de un distante monarca absoluto quién parece entender esa familia como el necesario agente coadyuvante de su voluntad y capricho como incuestionado e incuestionable patriarca.
"El desencanto" es una obra maestra fascinante, de lo mejor que nuestro cine ha aportado a la historia del séptimo arte, en la que los oprimidos por la familia como institución central y vertebradora de una manera de entender la vida toman la palabra.
Imprescindible.
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