En la época tumultuosa y feudal del Japón previo a la unificación Tokuwaga sucede esta maravillosa e inolvidable "Cuentos de la luna pálida".
Narra las peripecias reales y fantásticas de dos parejas de campesinos pobres expuestos a los rigores de una época descarnada y violenta.
Genjurô, uno de los dos hombres, encuentra en la alfarería y en el dinero obtenido de la venta de los cacharros una posibilidad de escape a la situación sin esperanza en la que se encuentran. Este afán de Genjurô de ganar más y más terminará exponiendo a las dos familias a un viaje por los peligrosos caminos del Japón feudal, caminos que no sólo resultarán complicados por los humanos que los habitan sino también por los fantasmas y apariciones que encontrarán a lo largo de un periplo en busca de una paz que les será esquiva porque quizá hayan equivocado el lugar y la manera de buscarla.
Sólo Miyagi, la mujer de Genjurô, tendrá claro qué es lo importante y dónde se encuentra, pero únicamente cuando sea demasiado tarde será comprendida y escuchada por todos.
Dirigida en 1953 por el maestro del cine japonés y mundial Kenji Mizoguchi, "Cuentos de la luna pálida" es una historia hermosa y sutil, llena de imágenes bellas, que sitúa a los protagonistas frente a la peligrosa cuesta abajo de un deseo que curiosamente les ciega y aparta de lo que verdaderamente importa.
Los dos hombres protagonistas persiguen ciegamente un afán que poco a poco les hace más y más desgraciados apartándoles de lo que, en sentido mismo, y a la misma velocidad de descubrimiento, va revelando su carácter esencial con forme la historia avanza.
"Cuentos de la luna pálida" es además un relato fantástico en el que los fantasmas, como la triste Dama Wakasa, ofrecen un dramático y esencial contrapunto mostrando las consecuencias, cuyo alcance va más allá de la vida terrena, de un insaciable deseo aniquilador y siempre insatisfecho.
El periodo de desorden que trae consigo la guerra parece venir acompañado de un desorden general del estado tradicional de las cosas que se traduce en la desorientación y la locura para los seres humanos que, como los protagonistas, los padecen. Y ésto es una catástrofe para una sociedad tan basada en el orden y en la costumbre como la japonesa.
El resultado es un paisaje enloquecido en el que hombres y muertos vagan por los campos persiguiendo la alargada sombra de aquello que nunca terminan de alcanzar, un mundo desordenado que se ha alejado del orden y el buen sentido que sólo algunos, como Miyagi, la mujer de Genjurô, parecen guardar y reconocer. Asi Miyagi tendrá reservado el protagonismo de un final mágico, triste y maravilloso, uno de los mejores finales de la historia del cine en el que finalmente, y para su tranquilidad eterna, las cosas parecen volver a su cauce tras el que resulta inevitable pago de las consecuencias.
"Cuentos de la luna pálida" es una obra maestra emocionante, una experiencia estética e intelectual total y absoluta.
Una de las mejores películas de su autor, Kenji Mizoguchi, o lo que es lo mismo, una de las mejores películas de la historia del cine.
Sin discusión.
Narra las peripecias reales y fantásticas de dos parejas de campesinos pobres expuestos a los rigores de una época descarnada y violenta.
Genjurô, uno de los dos hombres, encuentra en la alfarería y en el dinero obtenido de la venta de los cacharros una posibilidad de escape a la situación sin esperanza en la que se encuentran. Este afán de Genjurô de ganar más y más terminará exponiendo a las dos familias a un viaje por los peligrosos caminos del Japón feudal, caminos que no sólo resultarán complicados por los humanos que los habitan sino también por los fantasmas y apariciones que encontrarán a lo largo de un periplo en busca de una paz que les será esquiva porque quizá hayan equivocado el lugar y la manera de buscarla.
Sólo Miyagi, la mujer de Genjurô, tendrá claro qué es lo importante y dónde se encuentra, pero únicamente cuando sea demasiado tarde será comprendida y escuchada por todos.
Dirigida en 1953 por el maestro del cine japonés y mundial Kenji Mizoguchi, "Cuentos de la luna pálida" es una historia hermosa y sutil, llena de imágenes bellas, que sitúa a los protagonistas frente a la peligrosa cuesta abajo de un deseo que curiosamente les ciega y aparta de lo que verdaderamente importa.
Los dos hombres protagonistas persiguen ciegamente un afán que poco a poco les hace más y más desgraciados apartándoles de lo que, en sentido mismo, y a la misma velocidad de descubrimiento, va revelando su carácter esencial con forme la historia avanza.
"Cuentos de la luna pálida" es además un relato fantástico en el que los fantasmas, como la triste Dama Wakasa, ofrecen un dramático y esencial contrapunto mostrando las consecuencias, cuyo alcance va más allá de la vida terrena, de un insaciable deseo aniquilador y siempre insatisfecho.
El periodo de desorden que trae consigo la guerra parece venir acompañado de un desorden general del estado tradicional de las cosas que se traduce en la desorientación y la locura para los seres humanos que, como los protagonistas, los padecen. Y ésto es una catástrofe para una sociedad tan basada en el orden y en la costumbre como la japonesa.
El resultado es un paisaje enloquecido en el que hombres y muertos vagan por los campos persiguiendo la alargada sombra de aquello que nunca terminan de alcanzar, un mundo desordenado que se ha alejado del orden y el buen sentido que sólo algunos, como Miyagi, la mujer de Genjurô, parecen guardar y reconocer. Asi Miyagi tendrá reservado el protagonismo de un final mágico, triste y maravilloso, uno de los mejores finales de la historia del cine en el que finalmente, y para su tranquilidad eterna, las cosas parecen volver a su cauce tras el que resulta inevitable pago de las consecuencias.
"Cuentos de la luna pálida" es una obra maestra emocionante, una experiencia estética e intelectual total y absoluta.
Una de las mejores películas de su autor, Kenji Mizoguchi, o lo que es lo mismo, una de las mejores películas de la historia del cine.
Sin discusión.
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