1972, Verano
Hubo un espacio
y también hubo un tiempo...
Transfigurados por la distancia
que apenas abarcan
unos ojos de mirar cuarteado y reseco,
resultan mucho más ciertos
todos aquellos gestos de fugaz paso
por entre el sol
y por debajo del cielo.
En la silenciosa revista
de los espacios y ámbitos
que antes ocuparon
con su inagotable alegría,
a espaldas de las mudanzas y rigores
que tarde o temprano
impone la deuda del tiempo
brillan perdidos, rotundos y eternos.
Invitan,
sonríen,
llaman al agua
desde donde cubre,
desde muy lejos.
En el mar quedaron
y en el mar siguen igual de ciertos.
Importa poco si es una certeza soñada.
Están ahí,
puede escuchar cómo le llaman,
puede ver que necesitan a uno más
para continuar con el juego.
Hubo un espacio
y también hubo un tiempo...
Transfigurados por la distancia
que apenas abarcan
unos ojos de mirar cuarteado y reseco,
resultan mucho más ciertos
todos aquellos gestos de fugaz paso
por entre el sol
y por debajo del cielo.
En la silenciosa revista
de los espacios y ámbitos
que antes ocuparon
con su inagotable alegría,
a espaldas de las mudanzas y rigores
que tarde o temprano
impone la deuda del tiempo
brillan perdidos, rotundos y eternos.
Invitan,
sonríen,
llaman al agua
desde donde cubre,
desde muy lejos.
En el mar quedaron
y en el mar siguen igual de ciertos.
Importa poco si es una certeza soñada.
Están ahí,
puede escuchar cómo le llaman,
puede ver que necesitan a uno más
para continuar con el juego.
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