"Me escuchó, sentado con las piernas cruzadas. A veces su cabeza desaparecía por completo en una gran erupción de humo, y un gruñido de simpatía surgía de entre la nube. Cuando terminé, descruzó las piernas,dejó la pipa, se inclinó hacia delante, hacia mí, con avidez, con los codos en los brazos de su sillón, las yemas de los dedos juntas.
-Entiendo muy bien. Es romántico.
Me diagnosticó el caso, y al principio me sobresalté al descubrir cuán sencillo era. Y en verdad, nuestra conferencia se parecía mucho una consulta médica: Stein, de aspecto erudito, sentado en un sillón,
delante de su escritorio; yo, ansioso, en otro, frente a él pero un tanto un costado... y me pareció natural preguntar:
-¿Qué es bueno para eso?
Levantó un largo índice.
-¡Hay un solo remedio! ¡Una sola cosa puede curarnos de nosotros mismos! -El dedo descendió al escritorio con un golpe vivaz. El caso que había hecho parecer tan sencillo, hacía un momento, se volvió
más sencillo aún, si eso era posible... y desde todo punto de vista desesperado.
Hubo una pausa.
-Sí -dije-, hablando en términos estrictos, el problema no es cómo curarse, sino cómo vivir.
Aprobó con la cabeza, en apariencia con cierta tristeza.
-¡Ja! ¡Ja! En general, para adaptar las palabras de su gran poeta: ese es el problema... -Continuó asintiendo con simpatía: - ¡Cómo ser!¡Ach! Cómo ser.
Se puso de pie, con las yemas de los dedos apoyadas en el escritorio.
-Queremos ser en tantas formas distintas –continuó. -Esta magnifica mariposa encuentra un montículo de tierra y se queda inmóvil en él. Pero el hombre nunca permanece inmóvil en su montículo de barro.
Quiere ser así, y después quiere ser de otra manera... -Movió la mano hacia arriba, luego, hacia abajo...- Quiere ser un santo, y quiere ser un demonio... y cada vez que cierra los ojos se ve como un individuo
espléndido... tan espléndido como jamás podrá serlo... en un sueño..."
(Lord Jim, Joseph Conrad)
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