Antes de marcharse a la televisión para poner en marcha "Los Borgia", Neil Jordan se permitió el lujo de filmar dos películas extraordinarias: la muy maravillosa "Desayuno en Plutón" y esta "Ondine", un poco menos maravillosa que su predecesora pero igualmente extraordinaria.
Hemos nacido para disfrutar o padecer las consecuencias de nuestra complicada relación con lo que llamamos realidad y lo que llamamos ficción... y Mr. Jordan nos lo pone por obra, ante los ojos, en todas y cada una de sus historias.
En el cine de Jordan siempre ha habido una tensión subyacente basada en el conflicto entre realidad y ficción, un conflicto que dota a sus historias de un carácter extraño y ambiguo centrado en la necesidad que los personajes que las protagonizan tienen de vivir las vidas que les ha tocado vivir. En un territorio mixto de sentido en el que las proporciones de realidad y ficción varían los protagonistas de las historias de Jordan intentan encontrar un espacio confortable en el que haya sitio para ellos mismos y su deseo... porque siempre hay un deseo que se oculta tras la necesidad de mezclar eso que se llama realidad con eso que llamamos ficción.
Desde el enamorado conductor de "Mona Lisa" o el terrorista del IRA en "The crying game" en todas las historias de Jordan hay una adulteración de la realidad motivada por el deseo que es el escondido motor inmóvil que genera la necesidad de la historia que se nos cuenta.
En "Ondine" Neill Jordan reproduce este esquema de fantasía y realidad y lo hace de una manera mucho más abierta.
Un humilde pescador irlandés recoge con su red a una misteriosa mujer que parece haberse ahogado, pero que de pronto vuelve a la vida. La situación parece el comienzo de una de esas viejas historias de marinos y sirenas.
El pescador tiene una hija enferma a la que relata el encuentro con la mujer como una historia de marinos y sirenas, lo que excitará la fantasía de la niña que creerá en la posibilidad de una fantasía hecha realidad dentro de su complicada vida de enferma.
Así, la historia se moverá entre realidad y ficción de una manera acertada y sutil que incluso lleva a dudar hasta el propio espectador especialmente cuando el propio marinero se deja llevar por al voluntad de ficción de su propia hija necesitado de agarrarse a un sentido mejor al que le ofrece su propia existencia humilde.
Y en este sentido, Neil Jordan nos muestra la necesidad esencialmente humana de ficciones materializados en ese padre y esa hija que se agarran desesperadamente a la posibilidad de que esa extraña mujer venida de ninguna parte sea realmente una sirena, a la necesidad de que la ficción tome los mandos de una realidad desábrida a la que se encuentran expuestos.
No en vano la niña, maravillosa la niña Alison Barry (lo mejor de la película), protesta al padre el hecho de que siempre los relatos de las historias bonitas sucedan "erase una vez".
Me gusta mucho el cine de Neill Jordan, su preocupación por el lugar que ocupan las ficciones en nuestras vidas y el papel que desempeñan es mucho más importante de lo que parece.
Me gusta mucho el cine de Neill Jordan, su preocupación por el lugar que ocupan las ficciones en nuestras vidas y el papel que desempeñan es mucho más importante de lo que parece.
Hemos nacido para disfrutar o padecer las consecuencias de nuestra complicada relación con lo que llamamos realidad y lo que llamamos ficción... y Mr. Jordan nos lo pone por obra, ante los ojos, en todas y cada una de sus historias.
Está bastante bien "Ondine".
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