miércoles, agosto 01, 2012

El mapa y el territorio

Es el primer libro de Huellebecq que leo y puede que sea el último.

Entre el libro como objeto de consumo y la literatura como necesidad que te consume hay un espacio intermedio que de manera voluntaria o involuntariamente ocupan autores como Auster... y ahora, creo, Huellebecq. Ambos tienen el sorprendente talento de producir libros que se parecen mucho a obras literarias, pero que en realidad no lo son... o para ser más precisos, a mi no me parece que lo sean.

Lo peor de "El mapa y el terrritorio" es que me deja frío.

Nada me ha aportado su lectura que no vaya más allá de algún comentario a pie de texto más o menos agudo sobre la realidad francesa o europea que resulta más periodístico que literario. El resto es una amena revisión del tópico del artista desconcertado ante su misterio con algún alarde narrativo, como la de la aparición del propio escritor como personaje, que deviene de gracioso truco a puro e intimo acto masoquista de exhibicionista justicia retributiva consigo mismo.

Desde luego, Huellebecq sabe construir una historia y escribirla, sabe narrar pero lo que el escritor cuenta no pasa de una especie de reportaje superficial demasiado extenso para que se lo incluyeran en las páginas de un dominical. Se le escapan vivos temas como la relación entre arte y negocio (un tema que por el tipo de productos que produce debería conocer muy bien) o la relación entre arte y artista o entre padre e hijo.

"El mapa y el territorio" es una superficie reflectante y plana que refleja su propio vacío sin la menor profundidad, perfecta para el consumidor que quiera verse y definirse como consumidor de literatura con mayúsculas (sin tener que visitar a Tolstoi, Dickens o Conrad) y quizá quiera darse el lujo de mirar por encima del hombro a los lectores de novela histórica o rosa... pero el rey Huellebecq está desnudo.

¿Cómo reconocer a esa clase de libros?

Me he quedado igual que estaba al empezar el libro... Esa es la señal.
Ya se me ha olvidado... Esa es la segunda señal.

Repetid conmigo... eso es contrario a cualquier experiencia del arte y lo esencial. Todo lo contrario. Es una pura experiencia de consumo, que aspira a la rapidez y a lo efímero, al olvido instantáneo que haga posible una nueva necesidad.

Con la de libros de verdad que hay por ahí, esperando ser leídos....

2 comentarios:

  1. Anónimo8:36 p. m.

    Intenta con "La Posibilidad de una Isla" del mismo autor.

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  2. Muchas gracias, anónim@!
    Intentaré con "La posibilidad de una isla"

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