"Oscar y Lucinda" es una de esas películas que uno sospecha inspiradas en una buena historia pero que, por un motivo u otro, algo ha fallado a la hora de llevar esa historia a la gran pantalla.
Basada en un novela escrita por Peter Carey que gozó de un cierto éxito a finales del siglo pasado en el mundo anglosajón, "Oscar y Lucinda" nos cuenta la historia de dos personas cuya vida en gran medida está regida por el azar y la pasión por el juego.
La historia sigue la vida de ambos personajes por separado considerando para cada uno de ellos el nacimiento de la pasión por el azar y el juego para luego unir el destino de ambos en un viaje por barco hacia Australia en el que ambos se descubrirán como almas gemelas dentro de un mundo en el que especialmente no abunda la comprensión para dos heterodoxos como ellos.
Sobre el papel todo tiene buena pinta, pero hay algo que falla.
El resultado es una película de esas que con la mejor de las intenciones llama "extrañas" por considerar que lo bueno prima sobre lo malo. La película tiene algún que otro gran y buen momento pero, y en general, el resultado es un deslabazado relato que a todas luces pretende abarcar más de lo que puede morder, un defecto bastante común de las adaptaciones cinematográficas de novelas largas y complejas como sin duda debe ser ésta.
Hay personajes que aparecen y desaparecen, se acumulan las situaciones y líneas narrativas con el resultado siempre similar de la dispersión o la ausencia de un hilo esencial que estructure el relato.
Y se pierde otra gran ocasión de contar una gran historia porque la relación del azar con la vida es un tema que da para mucho, pero no para algo tan ambiguo y equidistante de muchos asuntos como "Oscar y Lucinda".
Y al final sucede lo que sucede, los eventos se suceden de una manera natural, y sin ser explicados, teniendo en cuenta la realidad de la novela en que se basan y que existe para completar el dibujo que la película apenas insinúa en la mente del espectador.
No obstante, y si uno no se pregunta demasiado por qué suceden las cosas, "Oscar y Lucinda" se deja ver.
Aceptable.
Basada en un novela escrita por Peter Carey que gozó de un cierto éxito a finales del siglo pasado en el mundo anglosajón, "Oscar y Lucinda" nos cuenta la historia de dos personas cuya vida en gran medida está regida por el azar y la pasión por el juego.
La historia sigue la vida de ambos personajes por separado considerando para cada uno de ellos el nacimiento de la pasión por el azar y el juego para luego unir el destino de ambos en un viaje por barco hacia Australia en el que ambos se descubrirán como almas gemelas dentro de un mundo en el que especialmente no abunda la comprensión para dos heterodoxos como ellos.
Sobre el papel todo tiene buena pinta, pero hay algo que falla.
El resultado es una película de esas que con la mejor de las intenciones llama "extrañas" por considerar que lo bueno prima sobre lo malo. La película tiene algún que otro gran y buen momento pero, y en general, el resultado es un deslabazado relato que a todas luces pretende abarcar más de lo que puede morder, un defecto bastante común de las adaptaciones cinematográficas de novelas largas y complejas como sin duda debe ser ésta.
Hay personajes que aparecen y desaparecen, se acumulan las situaciones y líneas narrativas con el resultado siempre similar de la dispersión o la ausencia de un hilo esencial que estructure el relato.
Y se pierde otra gran ocasión de contar una gran historia porque la relación del azar con la vida es un tema que da para mucho, pero no para algo tan ambiguo y equidistante de muchos asuntos como "Oscar y Lucinda".
Y al final sucede lo que sucede, los eventos se suceden de una manera natural, y sin ser explicados, teniendo en cuenta la realidad de la novela en que se basan y que existe para completar el dibujo que la película apenas insinúa en la mente del espectador.
No obstante, y si uno no se pregunta demasiado por qué suceden las cosas, "Oscar y Lucinda" se deja ver.
Aceptable.
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