domingo, agosto 05, 2012

Prometheus

Y yo que pensaba que el mestizaje era bueno!

Estando Brandywine de por medio, la productora de David Giler y Walter Hill que puso en marcha la saga Alien y que aparece en los créditos de todas ellas, no cabe la menor duda de que "Prometheus" es una precuela de la saga (de la que aviso soy fan total). Y en este sentido no entiendo las declaraciones de Ridley Scott previas al estreno en las que no lo reconocía abiertamente y más viendo la película, pero, en fin, los designios del marketing son inextricables.

"Prometheus" fundamenta su guión en algunos planteamientos en los que ha cristalizado todo este negocio de la paraciencia y los extraterrestres, en concreto en la teoría -más bien hipótesis- de los alienígenas ancestrales que sostiene que en algunos momentos del pasado de la humanidad los extraterrestres nos han visitado y no contentandose con eso han contribuido al desarrollo de nuestra civilización con el saber superior que se les supone...

No es un mal punto de partida, porque desde el punto de vista meramente narrativo el tema de los alienígenas ancestrales da para mucho, incluso para una serie de televisión que va por su tercera temporada y que recomiendo aunque sólo sea por lo bien hecha que está, siendo capaz desde la forma de elevar la anécdota a categoría durante el tiempo justo.

En este sentido, "Prometheus" es un relato que despierta el suficiente interés en este espectador que les escribe... Una nave viaja a la otra punta del espacio en busca de un planeta situado en una constelación a la que han hecho referencia diferentes civilizaciones milenarias terrestres. La idea es viajar al encuentro de esos extraterrestres con los que nuestros antepasados parecen haber tenido una relación estrecha.

Una vez en destino, el viaje de la nave "Prometheus" y de sus tripulantes se convierte en un viaje en pos de las sombras de esos seres, de los extraños vestigios que han dejado en las extrañas instalaciones que los recién llegados encuentran en el planeta.

Se despliegan las preguntas de manera ordenada y gradual...

¿Qué diablos querían esos seres? ¿Qué planeta más extraño? ¿Puedes aterrizar ahí? ¿Para qué sirve esa enorme construcción tan rara? ¿Qué oscuro está todo? ¿Qué hay detrás de esa puerta? ¿Y al final de ese oscuro pasillo? ¿Qué diablos querían esos seres?

En definitiva, y como canta el viejo Tom Waits... What's he building? We have the right to know... O para ser más correctos What they built? We have the right to know...

No hay más.

"Prometheus" plantea con corrección las preguntas, pero fracasa completamente en su segunda parte, a la hora de responderlas con una mecánica narrativa de resolución absolutamente delirante en la que se acumulan las imágenes, los gritos, las carreras, las explosiones, en un "crescendo" enloquecido que sin deberse a ningún sentido, se agota en si mismo mientras consume despiadadamente la capacidad del espectador para preguntarse qué diablos le están contando.

Ya decía el director argentino Leopoldo Torre Nilsson que lo difícil no era plantear una historia, lo complicado era estar a la altura y terminarla. Y está claro que "Prometheus" es una muesca más en el revolver de Nilsson... en el que hay bastantes películas suyas por cierto.

Y eso que éste que les escribe desea como nadie, como fan de la saga, amar a esta historia que pretende pavimentar de sentido las anteriores películas que narrativamente sucederán cientos de años después, cuando la empresa Weyland se fusione con la Yutani  y quieran seguir construyendo mundos mejores, pero "Prometheus" me pide que le firme un cheque en blanco.

La sencillamente boba cuarta entrega de la saga acabó con toda mi capacidad de crédito.

Entretenida sin más... pero les recuerdo que soy fan.

Ojo al dato.

No hay comentarios:

Publicar un comentario