Votar será ese poderoso sacramento de ciudadanía que los lobos y los colaboracionistas de los lobos dicen que es cuando se den las condiciones para que puedan suceder dos cosas:
- Que los políticos no puedan hacer lo que les de la gana una vez que han conseguido tu voto. No debería ser un eximente el desconocimiento de una realidad, la del poder, contemplada desde la oposición sino un agravante porque cuál es el valor de un político que no sabe de lo que habla.
- Que los ciudadanos puedan responsabilizarse de perseguir y exigir responsabilidades a los políticos que traicionen su confianza, que demuestren las razones de su ignorancia y las razones de su sorpresa.
Mientras tanto votar será una actividad infantil en la que no existe la responsabilidad ni la obligación para ninguna de las partes.
Pasión o sumisión: lo que el fútbol argentino enseña al Atleti
Hay una escena en la película argentina El secreto de sus ojos que me fascinó cuando la vi por primera vez. El investigador busca a un asesino desaparecido y su amigo Sandoval le dice una frase que se me quedó grabada: “El tipo puede cambiar de casa, de nombre, de trabajo… pero nunca va a cambiar de pasión” . Entonces lo entendí como algo bello: la pasión como raíz firme de identidad, una fidelidad que sobrevive al miedo y al tiempo. Me conmovió pensar que algo así podía definirnos para siempre. Pero, con los años, empecé a mirar de otro modo esa fidelidad absoluta. Soy simpatizante del Atlético de Madrid y no soy un buen aficionado según los estándares actuales. Hay cosas que veo, no me gustan y lo digo. He visto cómo, a lo largo de la última década, la relación entre la afición y el equipo ha cambiado. Con la llegada de Diego Simeone , el club consolidó un relato que exalta la entrega sin condiciones: luchar, sufrir, creer hasta el final. Ese discurso, que al principio unió a la hi...
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