viernes, diciembre 14, 2012


No hay más cera que la que arde
ni más luz que la que brilla
pero por ahora bastan…

Y además está la eterna danza del mar.
Y también la eterna sombra alargada
que proyectan las dudas  y las preguntas…

¿Qué son todos estos años comparados con este instante?
Éste en el que el corazón late
¿Qué son todos estos años comparados con el tiempo del mar?
Éste que los ojos contemplan.

Preguntas que sobrevuelan
el misterio de una posible respuesta
que justifique la inevitable traición del tiempo,
lo olvidado y lo que está aún por olvidar,
como efímeras mariposas blancas de blanca espuma centelleante
que se esconden esquivas entre sus labios.

Es cierto.
No hay más cera que la que arde
Ni más luz que la que brilla
Pero el verdadero misterio es descubrir
que Itaca no era una ciudad,
que en realidad era una playa
a espaldas de una tierra no tan firme
y a la espera de un mar
que nunca termina completamente de llegar.

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