viernes, febrero 22, 2013


La ciudad está llena de oficinistas
que no saben bien si son ellos
o si, por el contrario, se trata de algo más cierto,
pero que, en cualquier caso, sienten con desconcierto
el cansancio de salir de casa por la mañana,
el cansancio de llegar a casa por la noche,
cuando debieran ser, por lo menos, 
incontestables soberanos de su opulento reino
de mientras tantos y para siempres.

Y tampoco es que estén completamente seguros,
demasiado ocupados están intentando llegar a tiempo,
pero algo han oído hablar de un barco que se está hundiendo
y, aunque no terminen de creerlo, puede que sea cierto 
y después de todo se trate de agua éso que,
al llegar a casa por la noche,
al salir de casa por la mañana,
se abraza a sus tobillos
y les hiela los huesos.

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