Antes
de todo.
Mucho más
allá del primer momento de todos los
momentos.
Antes
de cualquier materia y de cualquier cuerpo.
Precediendo
la posibilidad de cualquier deseo,
yendo
de la mano de la propia nada en movimiento,
ya
existía la alargada sombra del silencio
empapando
el sueño de la materia,
deslizándose
sinuosa, en el parsimonioso despertar
de lo
que quiere ser, hacia lo incierto
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