La ciudad está llena de oficinistas
sepultados en vida bajo la alargada sombra
de ese incómodo detalle de autenticidad
que puede traicionarles y perderles.
Y sintiendo al otro lado del cristal
el filo de cientos de ojos pendientes
de la enmarañada trama 
con pretensiones de autenticidad
que componen cada una de sus palabras,
y cada uno de sus gestos
habitan con inseguridad milenaria,
sin esperar demasiado, 
su particular tragedia diaria de destino incierto



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