domingo, abril 14, 2013

No se trata de compartirlo... Simplemente tiene que ver con entenderlo.
Hay algo profundamente podrido y corrupto en la posición de algunos hacia el escrache.
Puro totalitarismo. Y no del de antes, sino del nuevo, el de ahora, sin uniformes y con libertad total para hacer lo que todo el mundo hace. Más allá ya no hay garantías. La heterodoxia siempre se paga y el precio siempre está en función de lo lejos que se vaya... pero siempre se cobra.
Con la boca llena de buenas palabras se persigue, por lo civil y por lo penal, toda discrepancia que afecte a lo esencial de toda esta mierda. Y los escraches lo hacen.
Con valentía dan testimonio de una injusticia, de los límites de un sistema que se muestra insolentemente auto explicativo y plenipotenciario....
No son ninguna broma.
Hablan del conflicto y la escasez en la tierra de la paz y la abundancia.
Deben ser reducidos, desactivados, laminados.
Y todo vale.
Y los formales, que siempre son crueles y sin escrúpulos, se delatan.
Cualquier cosa con tal de conseguir la tranquilidad de cada día. Incluso no entender lo perfectamente comprensible: que hay gente en el límite y que tienen derecho a perder los papeles.
La crueldad de no hacer el menor esfuerzo por entender los escraches.
No digo compartirlos que para algunos quizá sea demasiado.

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